Empresas y particulares conviven en los últimos años con una amenaza preocupante en los entornos digitales: el ransomware. Los hackers han desarrollado ataques muy sofisticados, pero en muchas ocasiones es nuestro cerebro el que abre la puerta a los ciberdelincuentes. Se ha estudiado que la psicológica es otra de las armas de las que se sirven los piratas.
Todo ello en un entorno de creciente actividad criminal dada la digitalización de empresas e instituciones. De hecho, una investigación de la Universidad de Cambridge afirma que el 54% de los ciberataques denunciados por empresas de todo el mundo durante 2020 fue causado por ransomware.
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¿Qué es ransomware?
Antes de nada conviene saber en qué consiste el ransomware. Es un malware de rescate que impide a los usuarios acceder a sus archivos. Los hackers piden una cantidad para darles acceso y los pagos se suelen pedir a través de tarjetas de crédito o criptomonedas.
El error humano abre puertas
Otra entidad importante como EY ha analizado la situación que se está produciendo con amenazas como el ransomware y ha concluido que más del 90% de incidentes de ciberseguridad tiene su origen en un error humano. Por encima de las debilidades técnicas que pueda tener un usuario, los ladrones se aprovechan más de sus vulnerabilidades humanas y conocen perfectamente cómo funcionan los sesgos cognitivos.
“Todas las empresas nos encontramos ante un nuevo escenario que nos obliga a formar concienzudamente a nuestros trabajadores, a ponerlos a prueba, a hacerlos conocedores de las últimas tendencias en ciberdelincuencia, y siempre a través de recursos más originales y realistas huyendo de los típicos y denostados powerpoints o charlas poco atractivas” indica Daniel Puente Pérez, CISO en Cirsa.
La ciberseguridad empieza por la psicología, la mejor defensa contra el ransomware
Por tanto, el problema debe tratarse inicialmente desde la psicología de las personas. Hacer clic en un enlace malicioso puede ser una de las muchas decisiones que tomamos de forma inconsciente. Estudios e investigaciones al respecto sostienen que las personas tomamos alrededor de 35.000 decisiones de media al día de las cuales solo 91 son conscientes.
Todo eso es conocido por los hackers, de modo que para obtener mejores resultados de sus actos fijan su diana en los empleados de una empresa. Dado que no se pueden eliminar los sesgos cognitivos (forman parte de nuestra naturaleza como seres humanos), los expertos en ciberseguridad sugieren que tratemos de dominarlos para evitar riesgos virtuales.
Y es que “cuando un grupo criminal escoge un objetivo, ha existido detrás una investigación de ciberinteligencia de la compañía, un perfilado de sus empleados y un estudio de cómo trabajan para, entre otras cosas, definir cómo puedan aumentar las posibilidades de éxito”, explica el Hacker y Divulgador en ciberseguridad, Antonio Fernandes.
5 sesgos cognitivos que facilitan el ransomware
Otra entidad más, Aiwin, ha investigado sobre la relación psicología – ciberseguridad y en su el primer estudio sobre Sesgos Cognitivos y Ransomware ha encontrado más de 30 sesgos cognitivos concretos que demuestran que “pensar antes de hacer clic”, como parte de la cultura de ciberseguridad de una empresa, no es tan sencillo como recordárselo una y otra vez al empleado.
Adicionalmente, la compañía ha desarrollado Aiwin Firewall, una plataforma que automatiza la generación de culturas en ciberseguridad. Según anuncia la organización, se trata la única solución que metodológicamente incide de manera directa en el comportamiento de los empleados para medir, proteger y escalar las principales vulnerabilidades humanas ante el creciente aumento del ransomware y otro tipo de ataques.
Estos son los cinco sesgos más destacados que ha hallado Aiwin y su explicación:
Efecto de verdad ilusoria
A nuestro cerebro le resulta más sencillo procesar información que hemos experimentado con anterioridad. Esto crea una sensación que nos puede llevar a malinterpretar una señal como un contenido verdadero. De esta forma, los ciberdelincuentes pueden realizar ataques de phishing aprovechando el principio de colaboración, reciprocidad y confianza.
Sesgo de percepción selectiva
Se da cuando la persona recibe una información y, en función de sus expectativas, selecciona automáticamente un objeto de atención y desatiende la parte restante para no saturarse. Con su activación, se puede caer en prácticamente cualquier técnica de ingeniería social.
Efecto Bandwagon
Tiene lugar cuando el cerebro hace decisiones basadas en emociones y en el impulso de grupo. Por ejemplo, se activa cuando seguimos lo que hacen nuestros compañeros asumiendo que es seguro o sensato hacerlo. Si alguien envía un enlace a un chat de trabajo y más personas están reaccionando a él, el temor a perderse algo y quedarse “fuera” puede superar a su formación sobre ciberseguridad y puede hacer clic en el enlace.
Sesgo de automatización
Se da cuando nuestro cerebro confía más en la información que da un sistema automatizado que la que ofrece un sistema no automatizado, como la recopilada por una persona, incluso aunque sea correcta. Con ello se puede caer en prácticamente todas las técnicas de ingeniería social, pero especialmente en las que aprovechan el principio de urgencia.
Sesgo de optimismo o ilusión de invulnerabilidad
El cerebro humano está programado para ser optimista en general y, a menudo, subestima la probabilidad de que se produzcan eventos adversos. En nuestra vida cotidiana puede ser beneficioso, pero en ciberseguridad se necesita justo lo contrario, es decir, estar siempre alerta. Un buen ejemplo de los efectos de este sesgo es cuando un empleado piensa “la empresa nunca va a ser vulnerada por un clic que yo haga en un correo”.
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Nota mental
Leer esta información puede ser muy útil tanto para los particulares como las empresas. Solo hay que acordarse de que somos vulnerables como personas y, por tanto, toca ser prudentes antes de hacer clic en cualquier sitio. Sin duda, los negocios agradecerán este tipo de comportamientos y herramientas porque hay datos confidenciales que pueden valer mucho dinero.